Las víctimas poseen mucho poder, de hecho mucho más del que el común de los mortales les atribuye. Hay bastantes versiones de este poder, pero en cualquier caso que yo haya visto y analizado al menos dos (y una mixta entre estas dos, que se puede deducir y por tanto no voy a explicar):
1. La víctima controladora: suele consistir en la persona que adopta una actitud enferma, se deja abusar. No obstante, su aparente actitud pasiva puede no serlo tanto. Ella puede tener el control absoluto de la relación abusiva. Puede marca el tempo, los momentos, las maneras... La víctima controla al verdugo pero el verdugo no es consciente, de hecho cree que él tiene el control. Esta es una relación paradójica donde la víctima ejerce como tal como una estrategia de control del entorno. Un ejemplo? La mayoría de amas de casa que se victimizan, al menos las que yo conozco. La clave es la manipulación del entorno.
2. La víctima activa: en ocasiones una persona puede sentir que no encuentra solución a sus problemas, que no sabe qué hacer. Incluso puede sentirse incapaz de expresar lo que siente. Esta persona puede llegar a sentir un dolor increíble, en ocasiones inexpresable e insoportable. Dando un paso más allá puede tomar las riendas de este dolor y en vez de volcar su control hacia los demás, volverlo hacia uno mismo dentro de un planteamiento "Not punish less, rise the pain". Pongamos que en vez de huir del dolor lo articula hacia uno mismo, no como una conducta suicida sino como una estrategia de focalización del dolor y de control de uno mismo. En este escenario la automulación surge como una consecuencia lógica. El dolor físico y su superación permite aliviar el dolor emocional. El dolor físico elimina, al menos temporalmente, el dolor emocional. Es una estrategia bien diferente de la anterior y más centrada en uno mismo. No hay manipulación sólo articulación. La mayor parte de personas que realizan estas acciones ocultan sus cicatrices. Otras no. En cualquier caso, las peores cicatrices son las que no se ven.
Cuando una persona encara su dolor y no sólo no lo rehuye sino que lo supera me parece admirable, especialmente si no genera ira sobre su agresor. En ese caso, sólo en ese caso, ha superado con creces al verdugo y ocurra lo que ocurra ya lo ha vencido.
lunes, 6 de julio de 2009
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