"El mes pasado, mi habitación de la calle Monsieur-Prince daba a un jardín del liceo Saint-Louis. Había unos árboles enormes debajo de mi estrecha ventana. A las tres de la madrugada palidece la vela: todos los pájaros chillan al mismo tiempo en los árboles: se acabó el trabajo. Me era imprescindible mirar los árboles, el cielo, ocupados por esa hora indecible, la primera de la mañana. Veía los dormitorios del liceo, totalmente sordos. Y ya el ruido entrecortado, sonoro, delicioso, de las carretas por los bulevares. Me fumaba una pipa escupiendo contra las tejas, porque mi habitación era una buhardilla. A las cinco bajaba a comprar un poco de pan; es el momento. Los obreros andan por todas partes. Es, para mí, el momento de emborracharme en las tiendas de vino. Volvía para comer algo y me acostaba a las siete de la mañana, mientras el sol sacaba las cochinillas de debajo de las tejas. De aquí siempre me han encantado la primera mañana del verano y los atardeceres de diciembre".
Carta de Arthur Rimbaud a Ernest Delahaye (1872).
Tomado de: Buenaventura, R. (1985). Arthur Rimbaud, esbozo biográfico. Madrid: Hiperión.
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