"Byron formó su opinión de los habitantes de este planeta en los libros; en realidad sabía tan poco acerca de aquéllos como si perteneciese a otro planeta distinto. Leyendo a Rochefoucauld, Maquiavelo y otros cínicos amargados aprendió a desconfiar de la gente en general [...]. Creo que nunca supo lo que quiso: pocas personas lo saben" (Trelawny, 2000, p. 257).
Trelawny, E. J. (2000). Memorias de los últimos días de Byron y Shelley. Barcelona: Alba Editorial.
viernes, 5 de octubre de 2012
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