"Cuando surge la energía de la ira solemos desear expresarla para castigar a quien creemos que es la fuente de nuestro sufrimiento. Ésa es la energía habitual en nosotros. Cuando sufrimos siempre culpamos a otra persona de habernos hecho sufrir. No comprendemos que la ira es, ante todo, un problema nuestro. Nosotros somos los principales responsables de ella, pero creemos con gran ingenuidad que si podemos decir o hacer algo para castigar a la otra persona, sufriremos menos. Hemos de desarraigar esta creencia, porque todo cuanto hagas o digas llevado por la ira sólo dañará más tu relación. En lugar de ello, cuando estemos enojados debemos intentar no hacer ni decir nada. Cuando dices algo muy cruel, cuando haces algo como represalia, tu ira aumenta [...]. Castigar a otra persona es castigarse a si mismo" (Nhat Hanh, 2002, pp. 61-62).
Nhat Hanh, T. (2002). La ira. El dominio del fuego interior. Barcelona: Oniro.
viernes, 26 de noviembre de 2010
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