Conocí la obra de Sylvia hace ya algunos años y siempre me ha parecido apasionante.
Sylvia era una mujer muy inteligente, perfeccionista, apasionada e idealista. También era frágil y quizás el hecho de escribir la ponía en contacto con estas debilidades para analizarlas y enfrentarlas.
El temprano fallecimiento de su padre afectó mucho a su vida. En sus cartas y diarios puede observarse cómo tiene una lucha interna muy dura entre lo que ella quiere ser y lo que se espera de ella, lo que la sociedad espera de ella.
Por otra parte, en su obra he leído alguna de las reflexiones más cabales sobre lo que supone ser mujer y los condicionantes que esto implica. Ella luchaba contra esto. Y la admiro por ello.
Sin embargo, la búsqueda de un padre, de una pasión, le llevó a casarse con Ted Hugues, un tipo voluble y levemente infiel. Ella renunció a parte de sus ideales e ilusiones para convertirse en madre y ama de casa, y apoyó el desarrollo y la obra de Ted. Cuando se hizo obvio que Ted disfrutaba de otras mujeres fuera de su hogar Sylvia, tremendamente celosa, se sintió traicionada. Pero principalmente sintió que se había traicionado a sí misma.
Tras haber superado un episodio temprano en su vida de autolesiones y un intento de suicidio, entró en la velocidad vertical que la llevaría al suicidio. Dedicó los últimos meses de su vida a la producción frenética de Ariel, una compilación de algunos de los mejores poemas de la literatura moderna. Estos poemas, llenos de pasión y furia, fueron su carta de despedida. El 11 de febrero de 1963 se marchó. Y la admiro por ello.
Las feministas han encumb
En mi casa hay un cuadro enorme que pinté hace tiempo. En él se incluye una frase de Sylvia. Es una frase para recordarme que sea lo que yo sea, es mejor que sea lo que yo elija. Todos deberíamos recordar eso. Mientras escribo esto lo tengo justo a mi lado; el izquierdo, claro.
Inspirados?
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